«(…) Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie; y aunque así hubiera sido, la derrota solo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismo, de su patria y de su Dios, si lo tiene, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo (…)».

Joaquín V. González 1863-1929