Entendemos que se han perdido de vista los fundamentos sociales, políticos y antropológicos que llevaron a la creación de la UCR como partido político.

El radicalismo surgido como consecuencia de la profunda crisis de 1890 mantuvo una larga lucha revolucionaria contra el “Régimen”. Fue una lucha contra una oligarquía liberal, conservadora, que concentraba también el poder económico. Proponemos recuperar los fundamentos éticos y morales contenidos en el pensamiento de Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. 

Desde un enfoque kantiano, Alem en su tesis “Estudio sobre las obligaciones naturales”, deja plasmada la idea moral de su apostolado. Según Carlos J. Rodríguez su acción coincidió con una época de culminación liberal. 

Arturo Roig en su texto “Los krausistas argentinos” remitiéndose a José Landa, afirma: “Yrigoyen fue predominantemente krausista por su concepción orgánica del estado y por sus fines de solidaridad humana”. 

Con Yrigoyen se inició una nueva etapa del liberalismo argentino, al fundar toda la política en la solidaridad, concepto a la vez jurídico, sociológico y religioso derivado de Carlos Krause. 

Según Roig, “este hecho significó el paso del liberalismo individualista que se había mantenido vigente desde Juan Bautista Alberdi, hacia un liberalismo solidarista”.

Así la “Reparación” incluía la noción krausiana de “destino”. “Según los grandes preceptos de la sabiduría humana – decía Yrigoyen, “para que una obra sea buena y eficiente, es necesario que responda a sus destinos”. 

Al fundamentar toda la política en la solidaridad, hay un sustrato moral, antropocéntrico y humanista en los orígenes mismos del radicalismo. Tiene sentido reafirmarlos, debatir y posiblemente ampliar nuestra base axiológica en el momento crítico que vive la sociedad argentina, atravesada por la incertidumbre ante un destino opaco y amenazante. 

Destino del hombre e ideal pedagógico

La Filosofía de la Educación formula desde siempre la pregunta esencial acerca de la realización efectiva del tipo de hombre que quiere formar, asegurando su permanencia, continuidad y el destino que considera deseable para los miembros de una sociedad determinada.

La manera en que Émile Durkheim define la educación a fines del S XIX muestra este eje central de la reflexión pedagógica: “La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las generaciones aún débilmente socializadas”,… “La educación es un proceso de socialización por medio del cual se favorece el proceso de integración y de maduración de niños y jóvenes de la sociedad.

De esta forma la educación es fundamental para el desarrollo y adaptación del ser humano y se remonta a los orígenes de la humanidad“.  ¿Se podría plantear entonces que la educación homogeniza a los individuos en una cultura común? Seguramente no, dado que no en vano Durkheim la define también como un proceso de socialización diferencial.

Por ello es central el problema del ideal pedagógico, es decir el ideal de hombre y su destino que ha de alcanzarse como resultado de la acción pedagógica intensional y de la influencia de factores históricos y sociales. 

Esto da sentido y orientación segura a la formación humana por obra de la escuela, aunque hay momentos en los que no se visualiza ese sustrato teórico en el que se apoya la praxis pedagógica.

Sin embargo, siempre existió, al menos para Occidente, y desde la paideia griega, la forma ideal en la que cada época ha expresado la visión cabal de su identidad. Y lo hace a través de la educación. No se trata de una construcción metafísica sino de un proceso formativo en una sociedad determinada.

La vida de la comunidad otorga normatividad singular además de ideales y una concepción del mundo y de la vida. En la actualidad estas formulaciones resultan utópicas, por ello es oportuno recordar a Guy Avenzin cuando afirmaba desde su cátedra en Francia: “patentes o latentes las finalidades constituyen el parámetro de la educación”.

Los ideales pedagógicos dan sentido a la vida humana en el marco de la historia

El contexto histórico ha jugado en cada etapa un papel significativo en la formulación de fines e ideales pedagógicos porque las instituciones de formación no son inmutables, están sujetas a las transformaciones de la sociedad. Por lo tanto, los problemas educativos ya no se consideran sobre un plano de uniformidad universal, sino que se interpretan a partir de las peculiaridades nacionales, regionales y locales.

Corresponde hoy hacer una reflexión global sobre el sistema educativo, priorizando quizás los temas de calidad y eficiencia en el marco de un pensamiento filosófico que aporte a la explicitación de nuestro destino de nación.

¿Crisis de la educación o cambio de paradigma?

Veamos algunos temas y propuestas actuales:

•          Enseñanza pública de calidad: Dado los altos índices de pobreza y marginalidad que afecta a una amplia población en edad escolar, se propone priorizar una educación básica (inicial, primaria y media) de calidad que preserve el ingreso, la permanencia y el egreso al sistema educativo dentro de los términos de la obligatoriedad. Es impostergable elaborar políticas de estado que atiendan con carácter de urgente los requerimientos educativos y culturales de millones de niños y jóvenes en estado de pobreza. En torno a este eje debemos proponer el diálogo y el trabajo conjunto de todas las instituciones políticas y culturales del país. Como diseño de gestión se propone una política educativa que garantice unidad normativa (ejercida desde el Poder Ejecutivo Nacional) y descentralización ejecutiva (ejercida por los Gobiernos Provinciales). Esta estrategia requiere redefinir y reforzar el protagonismo del Consejo Federal de Educación.

•          Delegación de la gestión educativa: La educación es responsabilidad indelegable del Estado. Las propuestas centradas en el subsidio a la demanda o “voucher” como forma de financiamiento de la educación es propio del neoliberalismo.  Se instrumenta bajo dos modalidades: el financiamiento a la escuela según la matrícula de cada una y/o el subsidio a la familia para que estas paguen los aranceles de la educación de sus hijos en las escuelas de su elección. Los orígenes históricos del váucher datan de fines de la década de 1950 en Estados Unidos en el marco de una nueva corriente de pensamiento económico denominada teoría de la elección pública o “public choice”. Al relegar el análisis de la oferta y la demanda de bienes públicos a un lugar secundario, el nuevo paradigma dirigió la atención al papel regulador y prestador del Estado.  Se pondera al mercado como el agente más eficiente que existe para adjudicar recursos y el mejor mecanismo para la toma de decesiones políticas. Elimina el rol del Estado como distribuidor de bienes y servicios públicos.

Para algunos analistas la teoría de la pluralidad de elecciones consolida una perspectiva economicista de las ciencias políticas y sociales. Implica una concepción de la sociedad como un agregado de individuos que no tienen ningún grado de organización social cuando toman decisiones ni son influidos por contexto supraindividual alguno. El individualismo neoliberal concibe a los individuos como tomadores de decisiones cuya referencia son siempre sus propios intereses. Se desaconseja implementar la propuesta vóucher.

Algunos problemas registrados en escuelas de Estados Unidos y en países del Caribe: a) déficit del gobierno en materia de supervisión, b) falta de información para que los padres puedan realizar una elección responsable, c) riesgo de la escasa regulación estatal (algunas escuelas debieron cerrar por problemas financieros),  d) falta de control estatal del efectivo destino de los fondos, e) padres que no aceptaron la integración de minorías: la libertad de elección de los padres puede inducir a mayor segregación, f) resistencia entre los docentes por la potencial mayor competencia y responsabilidad: veían al “voucher” como una amenaza a su estabilidad y autonomía.

•          El Rol Docente:

●         Tender hacia una mayor autonomía del rol docente en el marco de una institución escolar también más autónoma, con espacio para desarrollar su propio proyecto institucional y proyectarse como profesional de la educación..

●         Comprometer y adaptar el proyecto pedagógico a las demandas del contexto social, local y regional, de manera de resignificar la función y misión de enseñar. 

●         Evitar las agendas que ponen el foco en temas neutros y que organizan el rol docente a través del currículum, disciplinando e imponiendo prioridades.

●         Invertir el papel de los docentes desde una posición pasiva a un lugar protagónico en el cambio. En términos de Magaly Robalino Campos “la calidad de los profesores y su enseñanza es el factor más importante para explicar los resultados de los alumnos”.

●         Participar en la formulación, ejecución y evaluación de las políticas educativas institucionales a través de mecanismos que le permitan visualizar el impacto que su trabajo cotidiano ejerce en el entorno económico, social y cultural de los alumnos.

●         Garantizar el aprendizaje de sus estudiantes. El docente, sin ser el único agente educador en interacción con los estudiantes, es el que puede garantizar el aprendizaje como un proceso intencionado, sistemático y teóricamente fundado.   

●         Liberar al docente de responsabilidades de asistencia social (que deberán ser asumidas por las instituciones pertinentes) y aligerar el peso de las tareas burocráticas, generalmente excesivas y poco relevantes. La burocratización de la escuela es responsable de la reproducción acrítica de rituales y rutinas pedagógicas.

El desempeño profesional docente y los factores que influyen sobre el mismo:

En general se asocia la calidad del trabajo docente a los resultados de los aprendizajes de los estudiantes, los cuales, a su vez, reflejan en gran medida los puntajes obtenidos en las pruebas estandarizadas de logro en matemáticas y lenguaje. Ante la crisis actual es apropiado tener en cuenta otros indicadores de desempeño con una visión multidimensional e integral, para no caer en reduccionismos.

Estudios y trabajos de investigación internacionales analizan los retos que enfrentan desde las últimas décadas los profesores e indagan también sobre las respuestas que deben dar los nuevos programas de formación docente. En realidad, la línea de investigación sobre el desgaste que sufre el docente en el desempeño de su rol viene desarrollándose desde finales del siglo pasado.

En “El malestar docente” J.M. Esteve plantea que algunos de los componentes provenientes del ámbito social, que producen “malestar docente” serían: los problemas sociales que porta el alumnado y su entorno social, el deterioro de la imagen social del docente, la continua necesidad de actualización y el aumento imparable de exigencias sobre él. Todos factores que afectan el equilibrio emocional del docente. El “estrés laboral” (burnout: síndrome de estar quemado) “es un proceso de respuestas múltiples a un estrés crónico que se caracteriza por extenuación, una gradual y progresiva despreocupación, así como ausencia de sentimientos emocionales hacia los beneficiarios del trabajo”. El malestar docente tiene una amplia repercusión porque afecta la calidad del servicio y tiene consecuencias individuales y organizacionales importantes”.

Ahora bien, si se amplía el ámbito de análisis se observa también un fuerte componente vocacional que conlleva sentimientos de autorrealización y satisfacción personal. ¿Tendremos entonces que hablar de “sentimientos ambivalentes” en el desempeño del trabajo docente? Por todo ello, y ante la centralidad que asume el rol docente en las actuales circunstancias es que proponemos profundizar su comprensión y análisis desde la política educativa. 

Cristina Vesco                                                                      

Lic. En Pedagogía

Ex Directora Nacional de Enseñanza Media

Ex Subsecretaria de Educación de CABA

Nota de la autora:

El presente artículo se remite a ponencias de la autora en:

•          Fundación Ricardo Rojas

•          Fundación Sergio Karakachoff

•          Movimiento Nacional de la Militancia Radical

Ciudad de Buenos Aires, junio de 2024