Por Nicolás Teodosiu (*)
Durante las últimas dos décadas, los sistemas políticos de América latina en general, y el argentino en particular, mostraron procesos marcados por la fragmentación partidaria, generando así las condiciones para la formación de coaliciones que eviten la debilidad de gobiernos con representación minoritaria en el Congreso.
Sin perjuicio de que la formación de gobiernos de coalición se dan en mayor medida en los regímenes parlamentarios (ya que su diseño institucional requiere la formación de consensos legislativos), en América latina se verificaron una gran cantidad de coaliciones de gobierno exitosas bajo regímenes presidencialistas y que han sido alternativas satisfactorias a los fines de sortear las dificultades que acarrean la compaginación de procesos de fragmentación partidaria con sistemas presidencialistas.
Durante las décadas del ochenta y noventa, países como Uruguay, Brasil y Chile, entre otros, evidenciaron construcciones de coalición que fueron vehículos para afrontar los complejos procesos de reconstrucción de las instituciones republicanas agraviadas por procesos autoritarios y para generar caminos de consenso para el desarrollo económico y social.
Caracterización de las coaliciones de gobierno
Una coalición de gobierno se caracteriza por ser una alianza estratégica entre dos o más partidos políticos que participan en el diseño de objetivos o metas de gobierno, complementando las fortalezas y recursos de cada fuerza y sociabilizando los beneficios que su desempeño produce.
Desde este enfoque, una coalición de gobierno presenta características comunes, a saber:
(i) Existencia, entre las fuerzas integrantes, de un acuerdo programático de gobierno que se traduce en el consenso de políticas públicas a ejecutar.
(ii) Consenso en la estrategia y táctica para alcanzar objetivos de gobierno, legislativos y electorales.
(iii) Acuerdo de los espacios de gobierno que cada fuerza asumirá.
Si se analizan las condiciones institucionales se puede evidenciar que en la mayoría de los supuestos donde se constituyeron coaliciones de gobierno han existido reglas de juego que obligan al presidente a negociar apoyos; reglas de juego que han sido limitadas por una serie de factores estructurales vinculados con la cultura de la clase política y su vocación por negociar políticas, el nivel de institucionalización de los partidos políticos, los grados de disciplina parlamentaria, como asimismo la cercanía ideológica de las fuerzas integrantes de la coalición.
Cambiemos, ¿Coalición de gobierno?
La convergencia de la UCR, el PRO y la Coalición Cívica bajo el signo de Cambiemos puede ser descripta en principio como una exitosa coalición electoral y -hasta el presente- como una eficiente coalición legislativa. Exitosa coalición electoral en la medida que bajo esta nueva construcción permitió dotar al sistema político argentino de alternancia en el ejercicio de gobierno y generar una alternativa para derrotar un régimen populista y centralista que avanzaba gravemente limitando el desarrollo de las instituciones republicanas.
Asimismo, es una coalición legislativa eficiente en la medida que durante el primer año de sesiones en el Congreso Nacional el interbloque Cambiemos mostró cohesión y un ejercicio político positivo en la búsqueda de consensos, permitiéndole sancionar leyes impulsadas fundamentalmente por el Poder Ejecutivo.
Dicho ello, se puede anticipar que Cambiemos no reúne las características y el desarrollo de una coalición de gobierno, confirmando lo dicho por el entonces pre candidato a presidente Mauricio Macri: que no habría gobierno de coalición en el hipotético caso de ganar las elecciones.
Para apoyar esta conclusión sostengo en primer lugar que Cambiemos no presenta una base programática común que fuera trabajada en conjunto de las fuerzas que la integran ni el proceso pre electoral ni durante el ejercicio de gobierno.
En segundo lugar, Cambiemos no posee un ámbito formal de discusión de políticas públicas ni de participación en la formulación de las decisiones centrales de gobierno. Para que funcione como una coalición de gobierno, tendría (entre otras circunstancias) que darse una dinámica periódica de intercambio de opiniones, visiones y propuestas entre el presidente y los responsables institucionales de las fuerzas que integran la coalición. Las reuniones semanales entre representantes del PRO, UCR y la CC solo tienen carácter informativo de las decisiones de gobierno y lejos están de ser un ámbito de intercambio de opiniones o ponderaciones de los costos y beneficios que una medida pueda acarrear.
Por otro lado, no existió un acuerdo dentro de Cambiemos en relación a la distribución de las áreas de gobierno. La Coalición Cívica no aportó funcionarios a los altos mandos de gobierno. Existen pocos radicales en cargos ministeriales, aunque ocupan esos espacios no por decisión orgánica de la UCR, sino por la convocatoria personal efectuada directamente por el Presidente. De los 22 ministerios nacionales solo cuatro son dirigidos por radicales.
Para que Cambiemos se transforme en una coalición de gobierno no alcanza solo con distribuir cargos sino que, como condición no excluyente, pero necesaria, el ejercicio en la toma de decisión tiene que ser el resultado de la participación de todos los partidos integrantes, donde se tenga la capacidad de respetar la identidad o atributos de cada fuerza y encontrar una síntesis con el aporte de cada socio.
Remarco nuevamente que el diseño institucional del sistema presidencial argentino no genera incentivos para que el Presidente impulse un gobierno de coalición, sino a la inversa, ya que le otorga las herramientas necesarias para que concentre facultades y poder.
A su vez, la tradición política argentina se caracteriza por sus limitadas acciones propicias al acuerdo, al encuentro. Son coincidentes las miradas sobre la poca permeabilidad de nuestro sistema político para encontrar consensos en cuanto a las políticas públicas de largo plazo que sean centrales para la generación de un camino de desarrollo. Esa falta de práctica política es un antecedente negativo para la conformación de gobiernos de coalición en nuestro país ya que este estadio se da en un grado mayor al encuentro alrededor de una política pública en común. Quien puede lo más puede lo menos dice uno de los principio del derecho. Trazando una analogía, en la política argentina aun no podemos lo menos.
Otro elemento que dificulta la constitución de una coalición de gobierno es la confluencia de fuerzas políticas que, aun compartiendo determinadas “ideas fuerza” comunes, presentan diferencias ideológicas o de cultura política bien marcadas, tanto en cuanto a sus orígenes, construcción de discurso político, trayectorias territoriales, grados de democracia interna, entre otros.
De acuerdo a las circunstancias antes descriptas, sumado a los bajos incentivos institucionales establecidos, es dable concluir que Cambiemos no reúne las condiciones necesarias para caracterizarla como una coalición de gobierno. Es por ello, que en este contexto, es fundamental el fortalecimiento de su principal aliado, la UCR, reafirmando su identidad; ello se logra marcando sus posiciones apoyadas ideológicamente en los pilares que le dan su razón de ser, impulsando desde sus bloques legislativos una agenda parlamentaria que sea de utilidad tanto para lograr visibilidad pública como para representar las demandas de la sociedad.
Todo ello, definitivamente le permitirá a la UCR generar las condiciones para incidir propositivamente en las decisiones de gobierno y recrear un mecanismo de preservación de sus atributos históricos. Sin perjuicio de la distancia que aún existe para la conformación de una coalición de gobierno, se percibe como necesaria la creación de un espacio dentro de Cambiemos que permita a las distintas fuerzas que lo componen discutir las políticas centrales del gobierno para evitar marchas y contramarchas, disminuir las tensiones interpartidarias, y enriquecer políticamente las decisiones ejecutivas.
(*) Abogado. Diploma de honor UBA. Miembro del Comité de provincia de Buenos Aires de la UCR.