Defensa de una auténtica democracia económica

Yanis Varoufakis

Ex Ministro de Finanzas de Grecia

 

Democracia: en Occidente cometemos el colosal error de darla por sentada. Consideramos la democracia no como la más frágil de las flores que es, sino como parte del mobiliario de nuestra sociedad, como algo dado que no es transitorio.

Creemos también que el capitalismo engendra inevitablemente democracia. ¡No es así! El capitalismo puede haber producido democracias liberales en América y Europa, pero no hay nada determinante en ello.

 

Lee Kwan en Singapur y sus grandes imitadores de Beiying han demostrado que el capitalismo puede prosperar, el crecimiento económico puede ser espectacular, en tanto que la política sigue exenta de democracia.

 

No sería inexacto decir que puede que la mayoría de las sociedades emergentes de Asia y África estén dirigiendo sus antenas hacia Silicon Valley, pero no muestran entusiasmo por emular nuestro experimento occidental con la democracia liberal. China y Singapur seguirán siendo modelos para ellos. Desde luego, la democracia liberal retrocede hoy rápidamente hasta en aquellos lugares en los que se desarrolló.

 

A principios de 2015, como ministro de Economía de un gobierno griego recién elegido, se me dijo en el Eurogrupo, el órgano de gobierno de la eurozona, que no podía permitirse que el proceso democrático de mi país, nuestras elecciones, interfiriese con la política económica establecida. No se me ocurre una reivindicación más potente de Lee Kwan Yew, del Partido Comunista chino y de los amigos cínicos que siguen diciéndome que la democracia se prohibiría si alguna vez amenazara con cambiar algo.

 

Hoy, ahora, deseo presentarles una defensa económica que abogue por una auténtica democracia. Sostener, contra los edictos de Lee Kwan Yew, el Partido Comunista chino y el eurogrupo, que es necesaria una genuina y bulliciosa democracia. Que sin ella, nuestro futuro económico será sombrío, nuestras sociedades, despreciables, y nuestras innovaciones tecnológicas un desplifarro.

 

Hablando de despilfarro, déjenme señalar una paradoja poco conocida que amenaza hoy a nuestras economías.

 

Picos gemelos

 

Yo lo llamo la paradoja de los Picos Gemelos. Un pico es la montaña de deuda que arroja su alargada sombra por doquier. En Europa, en los Estados Unidos, en China, por todo el mundo. Todo el mundo puede ver su montaña de deuda. Pero pocos advierten su gemelo: un segundo pico que acecha a su sombra: una montaña de dinero ociosa que pertenece a ahorradores ricos y empresas demasiado aterradas como para invertir sus ahorros en actividades productivas que puedan generar los ingresos necesarios para acabar con la montaña de deuda y producir también cosas que la humanidad necesita desesperadamente; por ejemplo, energía verde.

 

Dos cifras cuenta la historia: en los últimos tres meses de 2015 se desembolsaron 3,4 billones de dólares en Norteamérica, Gran Bretaña y la eurozona en plantas industriales, maquinaria, equipamiento, carreteras, viviendas, ferrocarriles, escuelas, edificios de oficinas, etcétera… 3,4 billones suena a mucho dinero. Pero consideremos otra cifra: 5,1 billones de dólares de dinero ocioso que anda circulando por ahí en Norteamérica, Gran Bretaña y la eurozona no hacen sino inflar los mercados de valores y haciendo que suban los precios de la vivienda.

 

De modo que una montaña de deudas y una montaña de dinero ocioso forman picos gemelos que se niegan a cancelarse mutuamente mediante las normales operaciones de los mercados. El resultado son salarios estancados, tener a más de una cuarta parte de quienes tienen entre 25-y-54 años sin trabajo en Norteamérica, Europa y Japón, y una baja demanda que, en un ciclo interminable, refuerza el pesimismo de los potenciales inversores que temen….una baja demanda, ocasionándola así al no invertir. Exactamente igual que el padre de Edipo, el cual, motivado por la profecía del oráculo de que acabaría muerto a manos de su hijo, creó sin querer las condiciones que garantizaron que Edipo le matara.

 

Esta es mi lucha con el capitalismo: su absoluto despilfarro al utilizar los recursos disponibles. El desperdicio de tanto dinero ocioso que debería vigorizarse para desarrollar talentos humanos, mejorar vidas y, por encima de todo, financiar el desarrollo de nuevas tecnologías verdes que puedan salvar la Tierra.

 

Los mercados no pueden encarar el problema de los Picos Gemelos debido a su complejo de Edipo, que acabo de describir. Los estados nominalmente democráticos de Occidente no pueden, a causa de su fobia al déficit y de su escasa disposición a molestar a los amos de las finanzas. Los estados autoritarios, de arriba abajo, del Este no saben cómo empoderar a sus ciudadanos para que gasten una mayor cantidad de sus ahorros, y gastarlos en cosas que sean buenas para el planeta.

¿Puedo tener razón al proponer la democracia como remedio? Eso creo.

 

Democracia, antaño y hoy

 

Pero, en primer lugar, ¿qué entendemos exactamente por democracia?

 

Aristóteles definió la democracia como la constitución en la que los libres y los pobres, estando en mayoría, controlan el gobierno. Por supuesto, es verdad que la democracia ateniense excluía a demasiada gente: a las mujeres, los emigrantes y los esclavos. Pero sería un grave error desechar la democracia ateniense a causa de quien excluía. Pues lo que otorgaba su sustancia no era la exclusión de esclavos, mujeres e inmigrantes. Era la inclusión de los trabajadores pobres, que no sólo consiguieron el derecho a la libertad de expresión sino, de manera crucial, el derecho a expresar juicios políticos con igual peso a la hora de determinar las cuestiones del Estado.

 

Naturalmente, la democracia ateniense no duró mucho. Como una vela que arde brillante, se consumió rápidamente hasta apagarse. En cualquier caso, nuestras democracias no tienen sus raíces en la Antigua Atenas sino en la Carta Magna, en la Gloriosa Revolución [británica] de 1688 y en la Constitución norteamericana.

 

La democracia ateniense se centraba en el ciudadano sin amo que no era servidor de nadie y empoderaba al ciudadano trabajador pobre. La Carta Magna era una carta para los amos. Por lo que respecta a la democracia liberal, surgió sólo cuando fue posible separar por completo la esfera política de la económica y limitar la democracia a la esfera política, a la vez que se garantizaba que la esfera económica, el mundo empresarial, siguiera siendo un terreno exento de democracia.

 

Una vez separadas, las esferas económica y política se enzarzaron en una lucha épica, en la que la esfera económica colonizaba constantemente la esfera política, devorando su poder.

 

¿Se han preguntado por qué los políticos de hoy ya no son lo que solían ser? No, no es que haya degenerado su ADN. En estos días los políticos pueden estar en el gobierno, pero no en el poder, porque el poder reside en una esfera económica separada fuera de su alcance. No es de extrañar que la política atraiga cada vez menos a la gente brillante.

 

Ah, ahí está el problema: exactamente igual que los predadores que se mueren de hambre después de haber diezmado a la población que es su presa, así la esfera económica cae presa de su propio éxito al canibalizar la esfera política. El poder empresarial ascendente rebaja el grado de demanda de los productos de las empresas y así es que los altos ejecutivos tienen demasiado miedo como para invertir temiendo la baja demanda que producen sus temores.

 

 

En resumen, cuanto mayor éxito tiene el capitalismo en sacar al demos de la democracia, mayores los Picos Gemelos y mayor el desperdicio de riqueza humana.

 

¿Qué podemos hacer? Oportunidades y pesadillas

 

Para acabar con este despilfarro, debemos reunificar las esferas económica y política bajo control del demos, al igual que en la Antigua Atenas, salvo que sin esclavos y sin la exclusión de mujeres e inmigrantes.

 

No se trata de una idea nueva. La izquierda marxista la tuvo hace un siglo cuando trató de poner a los trabajadores pobres en primer plano. Ya sabemos cómo acabó de mal. Lo que nos enseñó la debacle soviética es que sólo por milagro podrán zafarse los trabajadores pobres del control del gobierno sin nuevas formas de brutalidad y despilfarro.

 

Pero hay una alternativa: ¡Eliminemos a los trabajadores pobres! El capitalismo está haciendo esto mismo, reemplazando a los trabajadores de bajos salarios por autómatas, androides y robots. Pero mientras las esferas económica y política sigan separadas, la automatización sólo hará que se eleven aún más los Picos Gemelos, se vuelva mayor el despilfarro y se hagan más profundos los conflictos sociales, hasta en China.

 

La solución consiste en utilizar las nuevas tecnologías para unificar de nuevo las esferas política y económica. Pero si las unificamos, mejor que democraticemos ese nuevo dominio unificado para que no acabemos con super-autocracia enloquecida con la vigilancia, una distopia en la que Matrix –la película- parecerá un documental.

 

Dicho de modo distinto, al capitalismo no le hace falta que la izquierda marxista lo derroque. Anda ocupado creando tecnologías que le segarán la hierba bajo los pies.

 

La cuestión no es si el capitalismo sobrevivirá a las tecnologías que está generando. La cuestión es lo que sucederá al capitalismo después de que se haya derrocado a sí mismo.

 

¿Una distopía que se asemeje a Matrix? ¿O algo más parecido a una sociedad utópica de Star Trek, en la que las máquinas están al servicio de los seres humanos, que empeñan entonces su energía en explorar el universo y debatir inacabablemente el significado de la vida en cierta Ágora de alta tecnología?

 

Tengo la convicción de que es posible una hipótesis feliz. Es el Modelo Ateniense con Cambio de Imagen de Alta Tecnología.

 

¿Qué formas prácticas adoptaría?

 

Dos ejemplos

 

A escala empresarial, imaginemos un mercado de capitales en el que acumulas capital a medida que trabajas y que te sigue mientras te mueves de una empresa a otra, en la que cada empresa fuera propiedad solamente de quienes trabajan en ella en ese momento. Así, la renta de todo el mundo procede solo del capital, de los beneficios, y el mismo concepto de salario desaparece, pues cada trabajador recibe su parte de los beneficios, más cualquier prestación de un Estado que complementa los ingresos con la fiscalidad sobre los beneficios totales. No más separación entre los que trabajan, pero no son propietarios, y los que son propietarios, pero no trabajan en la empresa – ya no hay tira y afloja entre trabajo y capital – ni más brecha inmensa entre los que ahorran y los que invierten: sin Picos Gemelos descollantes.

 

Pasando a la economía política global, imaginemos que todas las divisas nacionales tienen un tipo de cambio flotante con una moneda común, digital, llamémosla Kosmos, que será emitida por el Fondo Monetario Internacional y el G20 en nombre de la humanidad. Imaginemos además que todo el comercio se realizara en Kosmos y cada país pagara automáticamente a un fondo de inversiones global común una suma de Kosmos proporcional a su déficit o superávit comerciales: dinero que se utiliza para invertir en tecnologías verdes en aquella parte del mundo en la que escaseen los fondos de inversión. No se trata de una nueva idea: es una versión de alta tecnología de lo que John Maynard Keynes propuso en 1944 en la conferencia de Bretton Woods. Salvo que ahora tenemos la tecnología para ponerla en práctica en el contexto de una esfera política-económica democratizada.

 

Epílogo

 

El mundo que les estoy describiendo es un mundo simultáneamente libertario (centrado en individuos empoderados), marxista (al haber consignado la distinción salario-beneficios al basurero de la Historia) y keynesiano, globalmente keynesiano.

 

Pero, por encima de todo, es un mundo en el que podemos empezar a imaginar una auténtica democracia.

 

¿Llegará ese mundo a nacer?

 

¿O nos hundiremos en una distopía a lo Matrix?

 

La respuesta depende la elección política que decidamos colectivamente.

 

Sí, la elección es nuestra. ¡Y mejor hacerlo democráticamente!