El presidente de la fundación Ricardo Rojas, Juan Manuel Casella, afirmó que la Unión Cívica Radical (UCR) tiene que seguir siendo “el partido de la libertad, más de la justicia social”, rol que “debe cumplir el radicalismo, el único partido político argentino que puede cumplir el rol, por trayectoria histórica, por concepción”.
En el brindis de Fin de Año, en la sede de la Fundación, recordó que “eso también lo decía Alfonsín: “no sigan hombres, sigan ideas. Los hombres se mueren, se equivocan, o claudican. Las ideas permanecen”. Esa democracia -remarcó- debe estar “fundada en ideas, no en personalismos, y “si el electorado argentino se corre a la derecha, los radicales tenemos que acostumbrarnos a perder elecciones”.
El discurso completo:
“Esta Fundación existe hace más de 30 años; nunca recibimos subsidios de ningún tipo, sino aportes personales, de ideas, que permitieron que esta fundación subsistiera. Agradezco especialmente a Adolfo Gass, por la colaboración que permitió la compra de la sede de la institución.
“Debemos recuperar la dinámica de la Fundación; este es el momento porque desde el punto de vista del sistema político argentino estamos corriendo riesgos muy grandes y la aparición de Milei y su velocísima consagración como presidente de la República a partir de una ventaja electoral notable, es un índice claro de que la relación de los partidos políticos históricos con la sociedad argentina se ha deteriorado.
“Milei es un emergente de nuestros errores, es el resultado de nuestras carencias, es el resultado de nuestros fracasos.
“Si no hubieran existido esos fracasos, o por lo menos si hubieran sido menores, si hubiéramos tenido la capacidad de mantener la relación con la gente en términos razonables, si hubiéramos tenido aciertos que evitaran la desgraciada calidad de vida que padecen muchos argentinos, hoy Milei no existiría.
“Yo no estoy deseando la destrucción del adversario, como un desagradable aviso de campaña de Patricia Bullrich, simplemente digo que no existiría porque la función representativa de los partidos políticos habría estado mejor cumplida, y la gente seguiría confiando, mas o menos, pero confiando en sus dirigentes.
“Milei representa la desconfianza en sectores amplios de la sociedad argentina. Milei representa la bronca en sectores amplios de la sociedad argentina, con relación a las decisiones que tomamos los dirigentes políticos.
“Y eso es grave porque nosotros somos autores de la democracia. Si hay un mérito que nuestra generación política tiene consiste en haber acompañando a Raúl Alfonsín en la restauración de la democracia argentina, con un nivel de legitimidad enorme, legitimidad que había perdido el 6 de septiembre de 1930.
“Cuando yo hablo del periodo que corre entre el 6 de septiembre de 1930 y el 10 de diciembre de 1983 me refiero al periodo de tutela militar, durante esos 53 años el país político-institucional vivió sometido a la tutela militar.
“Y eso no excluye al peronismo. Es cierto que Perón ganó las elecciones democráticamente y que, por lo tanto, su llegada al poder fue dentro de los carriles de la democracia, pero Perón es un producto del sistema militar. El peronismo es un movimiento político creado de arriba para abajo y por lo tanto inspirado en una visión del país que estaba vinculado a lo militar. El peronismo no es una ruptura de lo militar sino de la permanencia de la tutela a partir de una visión mas popular y mas democrática.
“¿Qué pasa hoy la argentina? La vigencia de la democracia se sostiene pese a los fracasos de la política y de la economía. Porque si repasamos los 40 años de la democracia nos vamos a encontrar con que la solidez democrática se fundamenta en el hecho extraordinariamente importante de haber promovido el juicio a las Juntas (militares), como decisión central para darle legitimidad a la democracia.
“Lo que hizo Alfonsín es entender claramente que no podíamos actuar como si nada hubiese pasado. Lo decía en sus discursos de campaña, lo repitió en cada discurso, lo repitió cada vez que repitió el mismo discurso en todas las tribunas del país, y de ahí la afirmación de que no podíamos actuar como si nada hubiese sucedido
“Si no establecíamos en serio el estado de derecho, íbamos a partir de una democracia manca o con una pata renga igual de la que habíamos vivido antes. Fue Alfonsín el que tomó la decisión histórica de decir: acá hay que juzgar la violación de los derechos humanos y hay que hacerlo con relación a los militares por el terrorismo de estado, pero también con relación a Firmenich por los procedimientos que utilizaron y también a López Rega que fue una parte del estado democrático destinado a reprimir por izquierda.
“Eso le dio a la democracia argentina la solidez que le permitió resistir los intentos de golpe de estado de Seineldín, Rico, etc. y las crisis económicas sucesivas porque el gobierno de Alfonsín terminó en medio de una crisis económica, el gobierno de la Rúa terminó en medio de una crisis económica.
“Es decir, la solidez de esta democracia se debe básicamente a la virtud de un discurso que percibió que la confianza de la sociedad en el sistema dependía de que el sistema actuara abarcando a toda la sociedad, que nadie quedara afuera de la sanción cuando había cometido un delito cualquiera fuera el poder que hubiera tenido.
“¿Cómo estamos hoy? Hoy estamos con una situación inversa en determinado punto de vista porque el sistema político está consolidado. El otro día el presidente de la Cámara Nacional Electoral, en una ceremonia que se hizo para conmemorar los 40 años de democracia, dijo que, desde el 10 de diciembre del ´83 hasta ahora, la Cámara Nacional Electoral condujo 37 elecciones nacionales, sin contar las provinciales y sin contar las municipales. Y que esas 37 elecciones nacionales fueron todas normales, cualquiera fuera el resultado. Esto indica la existencia de un sistema electoral consolidado, de una democracia electoral consolidada.
“Lo que no está consolidado es la vertiente social de la democracia. Con la Republica no alcanza, la República es un sistema de garantías, que todos debemos defender, con el que todos coincidimos.
“Pero la garantía en el plano de las instituciones no alcanza para compensar las carencias materiales. Y, por lo tanto, junto con los derechos políticos e institucionales, hace falta tener una política económica de crecimiento y distribución justa que le de contenido material a la democracia.
“No es justo ni es sostenible en el tiempo una democracia en la cual el 40 por ciento de los habitantes del país viva en la pobreza. No es justo, mucho menos justo todavía, que en ese 40 por ciento estén incluidos el 56 o 57 por ciento de los jóvenes. Ese país no tiene futuro en términos democráticos porque a la corta o a la larga la gente se cansa de sostener un sistema que no le da las respuestas de justicia social necesarias.
“El peronismo cambió: el peronismo comenzó siendo la justicia social, la invocación central del peronismo desde el punto de vista histórico fue la justicia social; el peronismo llega al poder invocando la distribución del ingreso en términos de justicia social, y en ese momento era lo necesario. Se había producido ese fenómeno de traslación del interior a las grandes capitales, que terminaron siendo empelados mal pagos y explotados.
“El peronismo reconoció esa situación y le dio justicia social a la sociedad argentina. por eso la adhesión incondicional de los trabajadores argentinos por el peronismo. Les importó poco la libertad, pero les importó mucho la justica social. ¿Hasta cuando?: hasta el año 52 o 53; ahí empieza la crisis económica del primer peronismo y empieza un proceso de alejamiento permanente que ha llevado a convertirse al peronismo no en un partido de la justicia social sino en partido clientelar, cuyos dirigentes urbanos piensan que la pobreza les conviene porque implica algo productivo y eso es enormemente negativo para la permanencia de la democracia en cualquier sociedad. “¿Qué falta acá?: falta la propuesta progresista democrática basada en el concepto de distribución del ingreso; falta la justicia social atada a la libertad; falta que alguien venga y le diga con claridad que la otra cara de la libertad es la justicia social porque no es libre el que vive sometido y ahí ¿Quién debe cumplir? Lo debe cumplir el radicalismo, el único partido político argentino que puede cumplir el rol, por trayectoria histórica, por concepción.
“Eso también lo decía Alfonsín: “no sigan hombres, sigan ideas”. Yo estaba en el teatro Roma (Avellaneda), en un congreso de la Juventud cuando lo dijo: “no sigan hombres, sigan ideas. Los hombres se mueren, se equivocan, o claudican. Las ideas permanecen”.
“Primero la democracia, segundo la democracia fundada en ideas, no en personalismos, y en tercer lugar dijo: “si el electorado argentino se corre a la derecha, los radicales tenemos que acostumbrarnos a perder elecciones”, es decir nosotros tenemos que seguir siendo el partido de la libertad, más la justicia social y si no lo somos, no servimos, si no lo somos bajemos la cortina, cerremos la fundación y vayámonos a casa.
“¿Qué significa justicia social hoy en la Argentina?: significa crecer y distribuir. Justicia social significa incorporar, buscar la igualdad, y hoy la palabra igualdad es una palabra desacreditada.
“El presidente de la República ha dicho públicamente que la justicia social es una mentira. Mucha gente dice que la igualdad es imposible e inclusive inconveniente; por supuesto que hay aspectos de la igualdad que no son aceptables: una cosa es la igualdad y otra cosa es el igualitarismo; no todos somos iguales: cada uno de nosotros es diferente del otro; cada persona es diferente de otra persona y esas desigualdades son necesarias y deben preservarse. La igualdad que persigue el radicalismo es la igualdad de lo que el Estado da o quita y el Estado debe dar o quitar en términos de mantener el equilibrio social, no deteriorarlo.
“Tengamos cuidado con lo que hacemos, tengamos cuidado con la definición que adoptamos. Si nosotros queremos seguir la corriente electoral vamos a dejar de ser radicales muy rápidamente. Si un sector muy importante de nuestra dirigencia calcula que le conviene, vamos a dejar de ser radicales más rápidamente y si el dinero sigue siendo factor fundamental en la decisión política vamos a dejar de ser radicales definitivamente.
“Hagamos el esfuerzo: ocupemos el espacio progresista, ratifiquemos la autonomía de la Unión Cívica Radical, digamos a nuestros socios del PRO que si fueron con Milei “buenas noches y que tengan suerte” y nosotros sigamos siendo radicales.
“Esto no implica no recurrir a la coalición cuando convenga, cuando sea necesario, porque la coalición es un instrumento; yo no soy de Juntos por el Cambio, yo soy radical e integraba la coalición Juntos por el Cambio; hay momentos, en determinadas circunstancias, producto de un partido que piensa distinto, coinciden para privilegiar un objetivo, se juntan para privilegiar un objetivo.
“Nosotros tenemos que preservar nuestra autonomía porque hoy no tenemos con quien juntarnos para lograr el objetivo de la igualdad social, nadie del ejecutivo, nadie del PRO y nadie del peronismo, tengámoslo en claro.
“El calculo es el cálculo que tenía Alfonsín, el cálculo de levantar la vista y mirar al horizonte, no de bajar la vista y mirar la conveniencia. Acá hay que sostener la convicción por encima de la conveniencia, la única manera de servir y por lo tanto eso es lo que tenemos que hacer si queremos seguir siendo radicales.
“Acá tenemos el retrato de Melchor Gurruchaga, extraordinario legislador, si hubiera tenido que elegir alguien con vocación legislativa hubiera elegido a Melchor; fue un diputado que era consciente de cual era su función legislativa, modelo.
“Acá lo tenemos al “Yuyo” Gauna, estuvo en los tres poderes del Estado, fue legislador, fue miembro del Poder Judicial, fue camarista, fue miembro del Poder Ejecutivo: en los tres poderes el mismo desempeño impecable, el mismo tipo de gestión porque eran radicales convencidos del valor del radicalismo, en el plano ideológico, en el plano económico y en el plano moral.
“¿Qué tenemos que hacer ahora? Decirle a los radicales que están calculando, que el cálculo no es nuestra vocación, que calculen los matemáticos, los economistas; nosotros no somos ni economistas ni matemáticos, somos políticos, y el político trabaja sobre convicciones no sobre cálculos.
“En segundo lugar, digámosles a nuestros correligionarios que si quieren llegar al poder rápido no esperen llegar a través del radicalismo porque en una sociedad que se corre a la derecha tenemos que estar preparados para perder elecciones.
“¿Qué tenemos que decirles a los radicales que van a perder elecciones?: la única manera de llegar al poder con legitimidad es perder elecciones en defensa de la identidad personal.
“Solamente la identidad radical va a dar la posibilidad de alguna vez llegar al poder en serio. De otra manera no vamos a llegar, vamos a seguir siendo furgón de cola del PRO, de Milei, o de cualquier gaucho que pase por la pampa.
“Esto es lo que vamos a pretender hacer ahora en la Fundación: trabajar para la propuesta, trabajar para las ideas, trabajar para afirmar la identidad radical.
“Y los vamos a convocar a todos, que vengan los que saben, que vengan los que quieran aprender, juntémonos todos nosotros para darle al radicalismo la matera ideológica que necesita, devolvámosle al radicalismo la discusión, volvamos a discutir política no como en una mesa de café, sino como en un comité o en una asamblea, como lo hicimos históricamente.
“Volvamos a ser ese partido del debate, de la discusión, incluso algún sillazo de vez en cuando, pero seamos un grupo de argentinos convencidos de que estamos en condiciones de defender lo que queda de nuestro sistema político. Solo así cumpliremos nuestro deber.
“Y si hay una cosa que tenemos clara es cual es nuestro deber: si Alfonsín es el padre de la democracia, nosotros tenemos que seguir siendo los custodios de esa democracia, no de cualquier democracia, de esa democracia.
“Y en el medio tenemos que convocar a la gente para que cuando cada uno de nosotros desparezca, haya detrás nuestra gente que siga preservando ese sentido de la democracia”.
En otro pasaje Casella reivindicó la coherencia como factor fundamental de hoy en día que la política se pragmatizó “que todos padecemos. Reivindicar la coherencia es una condición de estabilidad futura: lo coherente para el radical es pensar y vivir como radical, esa es la coherencia fundamental. Primero como decía Moisés Lebensohn: “doctrina para que se entiendan, conducta para que nos crean”; sin que nos crean la doctrina no sirve para nada.
“La creencia debe ser fundada en ideas, pero sin la creencia la doctrina no sirve.
“Ahí están los 44 diputados, el famoso bloque de los 44, la honestidad era la condición natural, no se discutía, tenemos que volver a esa naturalidad de la dirigencia, pero la moralidad no pasa solamente por no robar; pasa por no hacer demagogia, por no caer en la tentación, por no hacer concesiones indebidas, por no regalar convicciones, por no cambiar convicciones por cargos, por no cambiar convicciones por dinero, eso es la Unión Cívica Radical”.