La decisión del Gobierno de autorizar el espionaje para evitar «golpes de mercado», mediante la creación de un área específica de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) para prevenir la «delincuencia económica y financiera», no es más que blanquear lo que ya se venía haciendo de manera oculta. Así lo entiende Horacio Jaunarena, tres veces ministro de Defensa y actual director del Centro de Estudios de la Defensa Nacional de la Universidad de Belgrano, desde donde advierte que la AFI incorporó a más de 200 agentes militantes kirchneristas, a los que se suman «otros 4000 de la Policía de Seguridad Aeroportuaria al servicio del Gobierno». En una entrevista con LA NACION, Jaunarena recordó negativamente la gestión del ex hombre fuerte de la inteligencia militar teniente general César Milani, quien provocó «daños institucionales» al poner el Ejército «al servicio del proyecto nacional y popular».
-¿Tiene sustento legal autorizar escuchas sobre empresas y entidades financieras?
-Desde que Icazuriaga y Larcher pasaron a conducir la ex SIDE, el Gobierno ha venido violando sistemáticamente la ley de inteligencia, espiando a ciudadanos sobre cuestiones no permitidas. Stiuso cumplía las órdenes que el Gobierno le daba. Durante la administración de los gobiernos de los Kirchner el presupuesto del área se multiplicó exponencialmente. También el gobierno violó la ley de defensa nacional cuando le ordenó a Milani realizar tareas de inteligencia sobre ámbitos expresamente prohibidos. El nuevo decreto le otorga una cobertura legal más explícita. No veo ninguna razón por la cual, siendo los mismos protagonistas, no violen sistemáticamente la nueva ley toda vez que les resulte conveniente.
-¿Cómo afecta esta disposición al ciudadano común?
-Todas estas disposiciones afectan la intimidad del ciudadano. La invasión de la intimidad del ciudadano es un problema mundial, facilitado por el desarrollo tecnológico, que avanza cada vez más sobre la privacidad, y es muy difícil evitarla.
-¿Los organismos de inteligencia venían realizando ya esta tarea sin el aval de una disposición?
-Hay que poner la atención en lo que el Gobierno hace de manera ilegal con la inteligencia. La AFI incorporó a más de 200 agentes militantes del «modelo» kirchnerista, y en la Policía de Seguridad Aeroportuaria hay más de 4000 agentes al servicio del Gobierno. Un disparate en relación con las verdaderas actividades que deberían hacer.
-¿Hay conciencia en la oposición sobre las alcances de esta medida?
-La única solución es que las comisiones de control de los servicios de inteligencia creadas en el Congreso funcionen realmente y sus integrantes puedan controlar efectivamente las actividades. Pero ahora, esta posibilidad se frustra, porque la mayoría oficialista que las controla no convoca para que se realicen las reuniones. Si al Gobierno le interesara en serio controlar a los servicios, permitiría que la oposición tuviera a su cargo esta comisión y también el control de los organismos del Estado destinados a evitar los episodios de corrupción. Mientras ello no suceda, los organismos estén en manos de los parientes y amigos, y se concrete la apropiación de la Justicia, seguiremos viviendo esta realidad.
-¿Perderá poder el área de inteligencia en el Ejército con el retiro de Milani?
-Todo va a depender de lo que ordene el Gobierno y de lo que haga el nuevo jefe de la fuerza, el general Ricardo Luis Cundom. Nuestro deber como oposición es unirnos e impedir que el Gobierno que se va siga produciendo daños institucionales a la democracia y a la República.
-¿Fue perjudicial la gestión de Milani?
-Milani fue un diligente operador que puso a la institución al servicio del proyecto nacional y popular que encarna el Gobierno, y eso lo repitió hasta el cansancio. Se hizo con el Ejército lo que se pretende hacer hoy con la Justicia, con los medios de comunicación y los organismos de control: que todos sirvan al Gobierno y no al conjunto.
-¿Y qué habría que hacer?
-Debemos exigir que cada candidato a la presidencia diga con claridad qué piensa hacer con las Fuerzas Armadas: si va a seguir o no ordenándoles que hagan inteligencia interna, al margen de la ley..