Un país que no acaba por comprenderse

termina siendo un viento demoníaco,

una aguja en el corazón, una serpiente

que se devora odiándose, árbol seco entre brumas.

 

Ha jubilado su esperanza y manchado el pasado

con la baba que se extiende sobre los techos

y en el cielo; todas las noches oye su impotencia

creciendo en el vientre de la nada.

 

Ávidos mercaderes lo succionan; buhoneros

de ideas alzan ídolos huecos, envenenan tejidos.

Es una araña apresada en su tela.

 

Comedia de autores anónimos,

se representa así mismo, se aplaude y se maldice.

Tiene todo a su alcance, pero no encuentra nada.

 

Horacio Armani, poeta contemporáneo argentino.